miércoles, 25 de marzo de 2015

Aquí va una pequeña parte del agradecimiento que siento por las personas que se toman parte de su tiempo para leer y mirar las palabras y emociones que tengo la dicha de poder volcar en las palabras escritas, al igual que otros lo hacen con su música o su pintura…

    Es una expresión más de sentimientos, de agradecimiento y bendiciones por poder participar de este momento, recordando que:


"Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado" Mateo 13:9-18


Sé libre, disfruta, da de lo que tengas, compártelo y la vida en su infinita sabiduría te dará siempre más y más con las manos llenas…


Y ahora, comencemos…
Erase una vez…   Me encantan estos comienzos, puedes encontrar tantas cosas detrás… están llenas de magia, de luz, de misterios por descubrir, de poder hallar que hay detrás de lo que te hayan podido contar, o ver, o escuchar, o soñar …


Es por eso que comienzo esta pequeña historia con estas palabras…


Erase una vez…



un pequeño príncipe al que le encantaba que su Nana le contara cuentos e historias, pero no solo al irse a dormir, también le gustaba sentarse en su jardín, rodeado de bellas y hermosas flores con árboles centenarios y frutales, donde las mariposas vuelan y los pájaros acuden para hacer sus nidos en paz y a beber de una hermosa fuente de la que siempre mana agua limpia y cristalina, que tiene su propia música… ¿escuchas el repiqueteo del agua al caer?, es justo allí, donde la música sale por las ventanas de palacio, ya que existe una ley tan antigua como el mundo que los reyes de este lugar respetan y es que tienen que permitir que los músicos compartan con todo su reino lo que crean, así su don se expande a través de la suave brisa y todos felices de poder escuchar las notas que salen por las ventanas del salón de baile, esperando, que como cada día, comiencen a tocar y así hacer las faenas acostumbradas al son de las maravillosas melodías que solían interpretar…

(Gracias con Amor Infinito a André Rieu & Mirusia - Ave María)
 
 
Esa mañana, como cada día, el pequeño príncipe Papúm salió con su Nana al jardín, después de hacer sus tareas con los mentores y escribas que le enseñaban a leer y escribir y como siempre lo primero que hizo fue correr entre las flores y dejar que las mariposas y los pájaros se posaran en sus bracitos, esperando las miguitas que siempre les llevaba para comer y que escondía en los bolsillos de sus pantalones, después de su almuerzo, pensando que nadie lo veía, aunque la cocinera siempre procuraba poner panecillos de más para que el principito pudiese llevarse "las sobras"… Era tan feliz al ver su carita recoger la comida para compartirla con los animalillos que recorrían el jardín, ora una manzana, ora un pastelillo… que para ella era uno de los regalos que la vida le ofrecía cada día y como cada día, espera a verlo como se los llevaba "a escondidas" con una sonrisa en los labios…
Continuará...
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

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